Hace años que me dedico al bienestar
Aunque inicialmente me formé en comunicación, mi propia experiencia de vida me llevó a buscar soluciones sostenibles para lidiar con ciertas molestias y mantenerme el mayor tiempo posible en un estado de serenidad que no terminaba de alcanzar. Vaya, a gestionar mi estrés, que tanto poder tenía sobre mi fibromialgia y mi agotamiento (y otras cosas varias causadas por el Hashimoto).
Inicié mis andadas con la Medicina China. Estudié acupuntura, realicé prácticas en un hospital universitario de Beijing y dediqué algunos años a especializarme en diferentes técnicas. He de decir que la acupuntura sigue siendo mi técnica favorita de todas las manuales que conozco. Permite un abordaje holístico y profundo, y logra unos resultados que parecen magia (aunque de eso, no tiene nada).
Buscando un poco más sobre ese estado de relajación, dediqué también tiempo al estudio de los masajes, muscular y creaneosacral. Y aunque, especialmente con el segundo, los resultados eran tremendos, no se sostenían en el tiempo.
Y es que el cuerpo refleja y almacena nuestra historia. Afortunadamente cada vez se habla más de cómo el tapping, la acupresión y la acupuntura son capaces de liberar ciertos circuitos «enconados» en nuestro ser. Sin embargo, a veces no es suficiente. Y aunque en diversas ocasiones la vía rápida para la sensación de tranquilidad sea una buena técnica en camilla, ordenar nuestros pensamientos y tomar conciencia de ciertos procesos mentales que nos llevan a estados de tensión (también corporales), se hace necesario.
Y es que en los años que dediqué a atender con acupuntura, me di cuenta de que un gran 80% de los casos que me llegaban tenían un problema subyacente de estrés. Puntual o mal gestionado, pero casi siempre crónico. Sin atender los efectos del estrés en nuestro cuerpo, no hay hierba o aguja que elimine para siempre un dolor muscular, una mala digestión, una dificultad en la concepción, una taquicardia, una migraña, un insomnio… La lista es interminable.
De esa forma llegué al Coaching, sabiendo que era otra pieza del puzle que faltaba para acompañarme(te) a ese verdadero estado de serenidad. No seamos ilusos, no hay milagros. Los problemas existen, nuestro físico tiene unas características y predisposiciones, pero se puede mejorar la calidad de vida diaria deshaciendo ciertas respuestas automáticas que no nos ayudan en nuestro día a día y nos causan malestar. Y es que, al final, solo podemos gestionar nuestra respuesta frente al mundo. El estrés se instaura en nosotros en la medida que se lo permitimos. Y solo podemos controlar nuestra respuesta frente al estímulo, no la rueda de la vida.
Además de todo eso, para poder contar también con un trabajo corporal continuo, me formé como instructora de Yoga. Mi enfoque es el de un yoga suave, accesible, sin piruetas ni posturas imposibles, diseñado para que puedas experimentar inmediatamente ese estado de calma y serenidad. Y es que el yoga tiene la capacidad de enseñarnos a manenernos centrados ante las adversidades, a recuperarnos más rápido de episodios estresantes y a ser más resilientes. Menos es nada.
Para no extenderme mucho más, quiero que comprendas que dispongo de diversas herramientas para ayudarte a navegar el estrés de tu vida diaria de una manera más ligera, con mayor bienestar. Te ayudo a gestionar tu estrés.
Para saber más sobre las técnicas que trabajo, tienes diferentes páginas en esta web. Para obtener más información sobre mi formación, tienes mis credenciales abajo.
No dejes para después lo que puedes hacer por ti hoy. Solo tú tienes el poder de empezar y de cambiar. Nadie lo hará por ti. Y te lo mereces.
¡Un abrazo!